Timor
«El sábado 25 de enero partimos de la isla de Mallúa, y habiendo avanzado cinco leguas al sur sudoeste, llegamos a otra bastante grande, llamada Timor, donde fui a tierra enteramente solo para obtener del jefe de la aldea, llamada Amaban, que nos suministrase algunos víveres. Me ofreció búfalos, cerdos y cabras, pero cuando se trató de determinar las mercaderías que quería a cambio, no pudimos entendemos, porque pretendía mucho y nosotros teníamos poco que darle.
El jefe de Amaban, con quien había estado antes, sólo tenía a su servicio mujeres, que andaban desnudas como las de las otras islas. Llevan en las orejas pequeños anillos de oro, a los cuales atan algunos copos de seda, y en los brazos varios brazaletes de oro y de latón, que a menudo les cubren hasta el codo. Los hombres andan también desnudos, pero llevan el cuello adornado con placas redondas de oro, y sujetan sus cabellos por medio de peines de cañas, adornados de anillos de oro. Algunos, en lugar de anillos de oro, llevan en las orejas el gollete de una calabaza seca.
Estos pueblos son gentiles. Nos dijeron que cuando van a cortar el sándalo, el demonio se les aparece bajo diferentes formas, preguntándoles con mucha política si necesitan alguna cosa, mas, a pesar de tal deferencia, su aparición les produce tanto miedo que quedan enfermos durante algunos días.» Pigafetta
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